A todos nos ha pasado toparnos con personas que parecen siempre dispuestas a encontrar, con serenidad, lo que hay de bueno incluso en condiciones que podemos juzgar adversas. También hay, por el contrario, los que van continuamente disgustados, insatisfechos y frustrados.

De los primeros se puede decir que han encontrado la clave de la vida, o en otras palabras, que conocen bien el camino hacia el bienestar psicológico. Este concepto tiene que ver con la manera en que nos manejamos frente a los retos ordinarios y extraordinarios que nos lanza la vida. No tiene que ver con la satisfacción de deseos personales o con actividades placenteras, es más bien el estar en sintonía con los propios valores, que éstos sean la base de las motivaciones y proporcionen la base para el equilibrio emocional en todas las actividades y todos los días.

La descripción anterior parece muy compleja, pero si la aterrizamos a algunas estrategias podemos entenderlo mejor y, sobre todo, tener mayor claridad para encaminar nuestros pasos en ese camino del bienestar psicológico.

Conocerse y aceptarse

Parece una obviedad, pero muchas de nuestras incomodidades emocionales vienen de no aceptarnos tal cual somos, lo cual empieza por nuestro cuerpo, nuestros rasgos psicológicos básicos, nuestra herencia, nuestras decisiones y nuestras emociones. Esta aceptación quiere decir tener una perspectiva adecuada sobre cómo somos, sin ocultar lo negativo ni exagerar lo positivo.

La aceptación no quiere decir renunciar a cambiar o creer que ya se es perfecto, es hacerlo con una visión más realista, más amable y partiendo del aprendizaje de los propios errores y de los aciertos.

Trabajar en la autonomía

La autonomía se refiere a asumir la responsabilidad, pero también, la libertad de tomar nuestras propias decisiones, de tener un criterio propio y ser independientes. Esto implica mucho trabajo interior, a veces, podría entrar en conflicto con los deseos e intereses de otros; pero a la larga incrementa nuestro bienestar, pues vivimos con coherencia, respetando nuestros valores y asumiendo los resultados buenos y malos.

Procurar el autocuidado

El bienestar psicológico no depende totalmente de un cuerpo saludable, pues hay personas que aún con alguna enfermedad logran ese balance, sin embargo, no podemos negar que ayuda mucho a la satisfacción personal el tener una buena digestión, el levantarse con ánimo y energía, realizar las actividades cotidianas sin agotarnos…

Esto se logra con el autocuidado, es decir, con hacernos responsables de comer lo más saludablemente posible, mantener una buena hidratación, procurar de manera regular a actividad física, poner especial cuidado en tener las horas de sueño necesarias, cuidar la higiene personal, acudir a chequeos médicos preventivos, moderar el consumo de sustancias que pueden alternos como el café o el alcohol, etc.

Cuidar las relaciones personales

Los vínculos que establecemos con las personas a nuestro alrededor son parte fundamental de nuestro bienestar emocional, por eso debemos cuidar que esos vínculos sean positivos y de calidad, para que las personas a nuestro alrededor sean fuente de apoyo, inspiración, consuelo y estímulo. Y, por supuesto, nosotros ser para los demás ese mismo tipo de persona que anima, acompaña y conforta.

Es importante detectar aquellas relaciones que se basan en la manipulación o en el egoísmo y buscar la manera de evitarlas o, de lidiar con ellas, de manera que nos afecten lo menos posible.

Plantearse objetivos realistas

El bienestar psicológico también necesita estímulos, en otras palabras, necesitamos retos y metas para alimentarnos, para mantenernos en movimiento, para lograrlo —y que no se convierta en fuente de frustración o fomente emociones negativas— debemos partir de una visión realistas de nuestras habilidades y posibilidades en este momento, para plantearnos objetivos que podamos alcanzar y de ahí poder escalar hacia la siguiente meta, de esta manera nuestra motivación no decaerá y avanzaremos con mayor determinación.